martes, 27 de marzo de 2012

TRIBUTACION Y COMPETITIVIDAD*


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     Los capitales no tienen nacionalidad. Los capitales tienen intereses y por tanto se captan mediante incentivos. Los incentivos pueden ser endógenos o exógenos. En minería, por ejemplo, el potencial geológico y un buen clima social constituyen incentivos exógenos, mientras que la política económica sectorial constituye uno de corte endógeno. Precisamente uno de los principales incentivos para captar capitales es la presencia de un régimen tributario consistente con el potencial económico del mercado, la industria o el sector. Esto es tan cierto en minería como en cualquier otra actividad económica intensiva en capital.

ROBANDO TU JUBILACION (PARTE II)*

     El profesor Adrianzén en su artículo Robando tu Jubilación, publicado por este diario en “Punto de Vista”, se preguntó cómo se financiarían las diversas propuestas electorales. Arguyó que para ello  los candidatos apostarían por cualquiera de las dos posibilidades siguientes: i) la ampliación de la base tributaria; y/o ii) a través de la creación de nuevos impuestos—e.g., impuestos a las supuestas “sobreganancias” mineras. Indicó  que como ninguna  propuesta resulta de un análisis económico de costo-beneficio riguroso, su financiamiento implicaría un costo fiscal mayor para el Estado.

domingo, 25 de marzo de 2012

CAPITALISMO Y LIBERTAD*

     Cómo se puede beneficiar la sociedad del Estado sin que éste atente contra la libertad individual es uno de los temas de mayor sensibilidad social para quienes creemos en la economía de mercado y en la libertad como principio rector de vida. Coincido con Milton Friedman (1912-2006) en que la respuesta a esta vieja interrogante consiste en identificar claramente el papel del Estado en una economía de mercado en la que prime el capitalismo competitivo como mecanismo natural de la libertad económica y como una condición necesaria para la libertad política. Y es que limitar la gestión pública al papel del Estado establecido en estos términos es medular si se quiere beneficiar a la sociedad del Estado sin que éste agreda a la libertad individual. Un Estado confundido en sus funciones se vuelve prepotente y frustra, consecuentemente, los frutos de la relación entre el capitalismo competitivo y estas libertades.