jueves, 10 de mayo de 2012

EL CAPITALISMO


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Los despidos en masa, la burbuja tecnológica, el caso Enron, el esquema Madoff-Ponzi, la burbuja inmobiliaria y la reciente crisis financiera, así como la inquebrantable brecha en la disparidad del ingreso y la crisis económica de la zona euro, con sus implicancias multimillonarias por concepto de pérdidas, quiebras y enormes rescates, son algunos de los desastres económicos que han hecho noticia en todos los medios a lo largo de la última década. Mucha gente usa estos desastres para criticar a la economía de mercado e inclusive cuestionar la viabilidad del sistema capitalista. Para mucha gente estos fenómenos son la consecuencia enfermiza del capitalismo.
Pero ¿es este parecer correcto? En realidad no lo es. Este parecer se basa en un error de concepto: se confunde el formar parte o ser el resultado de algo estructuralmente o por definición, con el tener una vinculación coyuntural. La relación que existe entre estos desastres y el capitalismo es eventual y finita y no guarda vinculo estructural. Puntualmente estos desastres no resultan porque el capitalismo es defectuoso.

El capitalismo es un sistema económico en el que los medios de producción y comercialización son privados y los recursos escasos se asignan voluntariamente en términos de la información disponible en los mercados. No es un sistema perfecto pero es el único sistema que maximiza el crecimiento y las libertades individual y económica. Dispersa el poder entre muchos; no lo concentra entre pocos. En contraste al socialismo, el capitalismo es flexible, adaptable; no es rígido. La experiencia demuestra que la propiedad privada de los medios de producción y comercialización florece donde se le siembre, independientemente de la idiosincrasia y demás factores culturales y sociales. Los experimentos socioeconómicos que han tratado de afectar parcial o totalmente su dinámica fundamental han fracasado. Un claro ejemplo son las propuestas económicas del bienestar que tienen por objeto redistribuir la riqueza. Varias de las economías del bienestar europeas están en serios aprietos y ninguna de ellas muestra una mejor trayectoria que las economías con un sistema capitalista competitivo.

El capitalismo necesita de un sistema legal maduro y proactivo. También es cierto que el capitalismo no resuelve todos los problemas eficientemente. Pero ello no se debe tanto a fallas estructurales, como a nuestras debilidades individuales, como, por ejemplo, la deshonestidad, la venalidad y la conveniencia. Estas debilidades son universalmente humanas y no institucionales. Las instituciones no toman decisiones. Las decisiones las tomamos nosotros como individuos. Las instituciones únicamente canalizan las decisiones que tomamos. No encuentro mayor relación entre la ética y las instituciones, como sí la encuentro entre la ética y nuestras decisiones. Los desastres que encontramos en la historia económica universal reciente son más una consecuencia de nuestras decisiones equivocadas y hasta irresponsables, que otra cosa. El capitalismo no es perfecto pero me parece imprudente utilizar estos desastres como argumentos para cuestionar su viabilidad como sistema económico.

*/Publicado en el diario Expreso el 4 de mayo de 2012.

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