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Para muchos la economía es un sistema para
intercambiar bienes y servicios entre seres humanos. Este concepto de la
economía es correcto pero incompleto. Que este intercambio sea entre seres
humanos hace de la economía un medio organizado socialmente. Pero lo mismo
podríamos decir del Paraíso Terrenal. Sin embargo éste no podría considerarse una
economía porque en él, por definición, habría habido abundancia de recursos. La
abundancia hace de la necesidad de economizar un despropósito. En la medida en
que no exista escasez de recursos toda organización social para producir, distribuir
y consumir bienes y servicios no es económica. La escasez es, por tanto, una
condición ineludible para definir el concepto en ciernes.
Por escasez entendemos la diferencia
entre lo que queremos y lo que realmente existe. Esta diferencia no guarda
relación necesaria con el dinero porque es la realidad la que restringe y no el
presupuesto. La escasez existe porque lo que queremos suma más que lo que
efectivamente hay. Simplemente no hay suficiente. Ello ha sido así a lo largo
de la historia económica de los pueblos. Independientemente de cómo estemos o
hayamos estado organizados económicamente—es decir, no importa si somos o
fuimos una sociedad capitalista o socialista o feudal u otra--no hay ni nunca
hubo suficiente para satisfacer plenamente nuestras necesidades y deseos.
En una economía la escasez nos obliga
a asignar los recursos disponibles entre alternativas que por ende son
mutuamente excluyentes. Ello significa que en la medida en que estemos
organizados económicamente, siempre habrá que elegir. Pero elegir no es
inconsecuente. Nos afecta materialmente a tal punto que las elecciones que
hacemos sobre cómo usar nuestros recursos tienden a ser más importantes que los
recursos en sí; de lo contrario no existirían países con altos estándares de
vida pero con pocos recursos naturales—e.g., Suiza--y países con abundantes
recursos naturales pero con bajos estándares de vida—e.g., Rusia. Esta
dicotomía revela la importancia de nuestras decisiones, como también la
importancia de la madurez de nuestras instituciones para llevar a cabo estas
decisiones. La productividad de una economía depende de ello. El sistema
económico y el sistema legal que lo norma, así como el sistema político que lo
controla, por ejemplo, afectan la capacidad de toda economía de hacer más con
menos. El progreso económico de una sociedad no está en términos de su stock de
recursos naturales, sino de su producción de bienes y servicios.
En términos de lo anterior podemos
definir la economía como un orden social en el que no existe abundancia de
recursos para producir, distribuir y consumir eficaz y razonablemente bienes y
servicios que tienen por objeto satisfacer las necesidades y los deseos
ilimitados de los seres humanos.
*/Publicado en Expreso el 27 de abril de 2012.
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