sábado, 7 de julio de 2012

LA CONTAMINACION NO ES EL PROBLEMA*

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¿Por qué una parte de nuestra población se opone a la actividad minera en el país? ¿Por la contaminación ambiental que genera? ¿Es esta la razón por la que autoridades regionales en varias partes del país exhortan a la población a manifestarse en contra de proyectos como el de Conga y a realizar disturbios como los de Espinar y Celendín? Así parece. Pero ¿es tan grave la profanación de las aguas, la degradación de los suelos y la polución del aire, como para incompatibilizar la minería con el medio ambiente?

Existen diversas formas de abordar este conflicto aparente. Para abordarlo económicamente dejemos la pasión de lado y apelemos a la razón al responder las siguientes interrogantes. ¿Existe contaminación ambiental en la actividad minera? De ser así ¿debemos responsabilizar a la empresa minera de esta contaminación? Finalmente, ¿prescindimos de la minería porque contamina o vemos la forma de mitigar la contaminación para viabilizar la minería para el provecho de nuestra sociedad?

La actividad minera sí contamina el medio ambiente. Pero los verdaderos responsables de esta contaminación son los consumidores de los bienes cuya producción necesita de los minerales como materia prima. Somos los consumidores quienes tenemos que pagar por tener procesos productivos más verdes. ¿Quién más va a pagar por ello? ¿Las empresas mineras? ¿Por qué? Estas empresas existen porque existe una demanda por los minerales. Ellas sólo fungen como coordinadores de las actividades entre consumidores y productores. Sin embargo las autoridades regionales arremeten contra ellas por considerarlas culpables.

Por otro lado, si no estamos dispuestos a parar toda la actividad económica industrial ¿por qué vamos a parar la minería? Porque toda actividad económica industrial contamina. ¿Vamos a detener el dinamismo de nuestra economía? Sólo si estuviésemos dispuestos a renunciar a nuestro bienestar. ¿Estamos dispuestos a dejar de lado el esfuerzo de los últimos 20 años? Afortunadamente no necesitamos llegar a este extremo porque no se trata de un dilema—el de contaminar o no contaminar--sino de resolver un problema: encontrar un nivel óptimo de contaminación.

El nivel óptimo de contaminación ambiental es aquel que genera un equilibrio entre el beneficio económico de reducir la contaminación y el costo económico de dejar de tener aquellos bienes y servicios de cuyos procesos productivos emana esta contaminación. Para obtener este nivel de contaminación óptima existe la regulación ambiental así como diversos instrumentos de política económica. El impuesto a los efluentes contaminantes, por ejemplo, es uno de ellos y de alta eficacia toda vez que genera un incentivo económico para reducir la contaminación.

Resulta inexacto, por tanto, pensar que la actividad minera es incompatible con el medio ambiente. Sin embargo se insiste en una posición anti-minera. ¿O es que existe de parte de estas autoridades regionales una agenda paralela que para cumplirla usan los intereses generales de la población a través de protestas callejeras, enfrentamientos violentos, derramamiento de sangre y enormes pérdidas económicas?

*/Artículo publicado en el Diario Expreso el 06/07/2012.

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