Add capthttp://2.bp.blogspot.com/-t24SKBNf76o/T_it93NuomI/AAAAAAAAAEw/LDa8gtRu30c/s320/Asistencialismo.jpgion |
A raíz del debate
entre analistas locales por el polémico comentario del filántropo y fundador de
Microsoft Corporation, William Gates, sobre si el Perú debe o no recibir ayuda
económica extranjera, cabe preguntarnos qué tanto necesita nuestro país de este
tipo de ayuda. Personalmente considero que no se necesita, razón por la cual
debería contemplarse como un recurso de última instancia--exclúyase los casos
de ayuda humanitaria ante una catástrofe natural. En realidad el Perú debería
prescindir de esta fuente de recursos pero no necesariamente porque el país esté
entre las economías de ingresos medio-alto--por su PBI per capita de US$10,000,
según el poder de paridad de compra--sino porque el asistencialismo en sí es, simplemente,
inconsistente con todo esfuerzo por traducir crecimiento en desarrollo en una
economía de libre mercado.
El Perú es una
economía emergente que a pesar de su consistente crecimiento económico todavía tiene
deficiencias considerables en salud, educación, justicia, seguridad, etc. Nuestras
brechas sectoriales son el resultado parcial de los experimentos
socioeconómicos de los gobiernos de turno a lo largo de nuestra historia
republicana, quienes al optar por el populismo y la demagogia, es decir, por el
facilismo, apostaron por los beneficios inmediatos del intervencionismo
asistencialista, en detrimento de la madurez institucional y la prudencia económica
como principio rector de la política pública.
El asistencialismo es la más digna manifestación del paternalismo estatal. En el Perú, el paternalismo estatal es la razón medular e histórica de por qué el íntegro del crecimiento económico no se traduce en desarrollo. El paternalismo estatal no es inconsistente con el crecimiento económico pero sí con el desarrollo sostenible. Una vez institucionalizado, este paternalismo impide la formación o la madurez de instituciones políticas y económicas necesarias para este desarrollo. Sin estas instituciones o con instituciones inmaduras el crecimiento resulta insuficiente para formar o mantener una sociedad de incentivos, que recompense el ingenio y en la que todos participemos de las oportunidades económicas según nuestras capacidades. Lamentablemente, el éxito económico de una sociedad no se mide en términos de su crecimiento, sino en términos de su desarrollo.
Por otro lado el
asistencialismo es caro. Por su naturaleza improductiva, cada vez requiere de
mayores recursos para financiar el gasto de sus programas y de la burocracia
que los administra. Para captar dichos recursos se ha llegado a tomar medidas
extremas y contraproducentes. Entre ellas tenemos, por ejemplo, la emisión de deuda
pública, los impuestos a las exportaciones y a las ganancias extraordinarias, el
control del tipo de cambio y demás precios, aranceles y restricciones a las
importaciones, las restricciones al libre flujo de capitales y, en el extremo,
la nacionalización de los ahorros previsionales y la emisión inorgánica de
papel moneda. Estas medidas atentan contra el bienestar material de la
población e hipotecan parcialmente el futuro económico de las siguientes generaciones.
De lo anterior nos quedan claro dos cosas. Primero, que la ayuda económica es una garantía para permanecer en el subdesarrollo. Segundo, que para salir del subdesarrollo tenemos que apostar por una trayectoria institucional diferente y que solamente es posible cuando los gobernantes se sienten real y efectivamente responsables de sus gobernados. Una trayectoria institucional en la que haya menos asistencialismo y más competencia.
Se dice, no
obstante, que la competencia es insuficiente para lograr un crecimiento
económico con inclusión social y que por tanto el intervencionismo estatal en nuestra
economía y el asistencialismo en particular son justificables. Sin embargo, así
como para Alfred E. Smith (1873-1944), los males de una democracia pueden curarse
con más democracia, para mí los “males” de la competencia sólo pueden curarse
con más competencia.
*/Artículo publicado en el Diario Expreso el 22/06/2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario