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La protección de la industria nacional
y con ello la subsistencia de puestos de trabajo es tal vez el argumento
principal del proteccionismo. La parte central de este argumento contempla la
restricción de las importaciones de bienes y servicios de economías de menor productividad
y baja remuneración laboral por considerarse una fuente de competencia
“desleal”. Sin embargo esta consideración es incorrecta y el error parte de una
interpretación laxa de qué significa una remuneración baja y qué significa una remuneración
alta.
Para entender esta falacia
consideremos un ejemplo sencillo. Supongamos que a un tipo de cambio de S/.3
por dólar, todo lo que se produce en Estados Unidos, que también se produce en el
Perú, es más barato en el Perú. En un marco de libre comercio, los
estadounidenses importarían todos estos productos desde el Perú. Ellos pagarían
por sus importaciones peruanas en dólares. Pero a dicho tipo de cambio todo es
más barato en el Perú, por lo que no habría nada que se produzca en el Perú que
queramos comprar en los Estados Unidos. Esta figura, entonces, no resultaría
equitativa para nosotros porque el beneficio sería solo para los americanos al
intercambiar bienes reales por dinero. Así como los americanos quieren nuestras
exportaciones, nosotros también querremos algo real a cambio de ellas.
A un tipo de cambio de S/.3 por dólar los
exportadores peruanos querrán deshacerse de sus dólares para comprar bienes en
el Perú. Lamentablemente lo que aplica para los exportadores aplica para todos
los peruanos. Por tanto, no habría en el Perú quién esté dispuesto a comprar
esos dólares, toda vez que los tres soles compran más de todo en el Perú que un
dólar en los Estados Unidos. Ante esta situación los exportadores estarían
obligados a vender sus dólares por menos soles. El precio del dólar en soles o
tipo de cambio bajaría de S/.3 por dólar a (digamos) S/.2.65. O sea, para
adquirir un dólar se necesitarían menos soles y para comprar un sol se
necesitarían más dólares. Como los productos peruanos están en soles, entonces
su precio en dólares subiría. Asimismo, como los productos americanos están en dólares,
entre más dólares recibamos por un sol, más barato serán los productos
americanos en soles para nosotros
El tipo de cambio caerá hasta que en
promedio el valor en dólares de los productos que importamos de los Estados
Unidos sea aproximadamente igual al valor en dólares de los productos que los
americanos compran del Perú. En ese momento todo aquel que quiera comprar soles
con dólares encontrará a quien quiera vender soles por dólares.
Las transacciones internacionales en realidad
son mucho más complejas pero el mensaje del ejemplo es válido
independientemente de los laberintos comerciales y financieros de hoy.
Puntualmente: si el tipo de cambio se determina libremente no puede haber
problemas en la balanza de pagos, que hagan de la importación de bienes y
servicios de economías de menor productividad y baja remuneración laboral una
fuente de competencia desleal.
La amenaza efectiva para la industria
nacional y sus trabajadores no está necesariamente en función del comercio
internacional, sino en función de su capacidad de competir en igualdad de
condiciones.
De más está decir que todos queremos
más industria, más puestos de trabajo y mejores estándares de vida para nuestra
fuerza laboral. Pero la carrera no se gana apostando por el caballo equivocado:
apostar por el proteccionismo es un error. La mejor forma de proteger a
nuestras industrias y de generar más trabajo es apostando por la libre y leal
competencia.
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*/Artículo publicado en el Diario Expreso el 08/06/2012.
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